Las castañas y el vino

Las castañas y el vino

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José Manuel García

Llega el otoño. Es una de esas épocas del año que nos transmiten muchísimo en el mundo de la gastronomía. Se puede decir que pocos momentos del año aportan colores tan especiales en los platos como estas fechas. Es el momento de irse al monte, de pasear, respirar, de disfrutar de la naturaleza al máximo. Y uno de los elementos que más representa esta estación es, sin duda, la castaña.

castanas

Por si no lo sabíais, Galicia atesora la mayor cantidad de variedad de castañas de toda Europa. Tenemos castañas que vienen a buscar los propios japoneses e italianos para llevarse a su país. Y todo eso porque tenemos una castaña de muchísima calidad. Si a eso le añadimos los fantásticos vinos que hay en Galicia, tenemos la combinación perfecta para cualquier tarde de otoño en nuestra tierra.

Siempre recuerdo mis visitas a zonas de buen vino, como por ejemplo la Ribeira Sacra. Esos lugares donde lo primero que hacen como buenos anfitriones es bajarte a la bodega,  coger aquella jarra de cristal de toda la vida cortar un poco de chorizo y queso, y sentarte allí horas y horas disfrutando del vino y de las viandas. Pero en otoño hay que añadir esas tardes frías en las que, lo que te apetece, es sentarte alrededor de una cociIMG_2792na económica o de una lareira, donde la leña deja ese olor fantástico en el aire y donde dos bancos rodean el fuego. Y sobre esa cocina, las castañas apoyadas encima de sus hornillos, en el contacto directo con el calor, un buen vaso de vino tinto y, así, perder las horas. El único problema es cuando pretendes coger la vertical, o sea, ponerte de pie. Y es cuando los movimientos circulares a tu alrededor te recuerdan la gran cantidad de castañas que has comido, pero sobre todo, la cantidad de vino que te has tomado. Imagino que de ahí ha salido el adjetivo “reconfortante” que se le aplica al calor, que si se lo añades a lo reconfortante del vino y de las castañas… Sólo te quedas con la recomendación de no levantarte bruscamente.

Así que para este fin de semana te recomiendo un paseo por el monte, recoger unas cuantas castañas, irte a un lugar con cocina económica, bancos y buen vino, sobre todo de Rectoral de Amandi, Y beber y comer, eso sí, tratando de no coger el punto peligroso denominado “coger una castaña”.

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