17 Mar Copas de vino. La forma sí importa.
Analía González
Reconozco que lo máximo a lo que llegaba era: copas para vino blanco y copas para vino tinto. Pero no! Resulta que hay distintos copas para según qué vinos y, atención, para qué momentos. Vamos a verlas. Principalmente, existen cuatro tipos de copas distintas para vinos: para vinos rojos, blancos, brillantes y de aperitivos. Cada una de las partes de la copa, son importantísimas para el sabor del vino. El tallo, por ejemplo, permite mantener la copa a determinada temperatura y además, para esto, es también muy importante su longitud. También se dice que el tallo es esencial para que la copa se agarrada por él, evitando así que los dedos se queden marcados en el cuenco y esas manchas estorben para apreciar el color y los rasgos del vino. Pero, ¡ojo!, en la actualidad se están poniendo muy de moda las copas sin tallo!
El cuenco o recipiente es vital para apreciar las distintas variaciones del vino. Los expertos recomiendan que sea lo más grande posible para, en el caso de los tintos y los blancos, poder agitar la copa y que el vino se suelte dentro para liberar los aromas.
La copa de vino tinto suele ser una copa ancha, de gran cavidad abombada. Antes eran algo más pequeñas que las de agua, aunque ahora se empieza a imponer una gran copa. La de vino blanco suele ser algo más pequeña y estrecha que la copa de vino tinto (por su necesidad de tomarse frío). Después están las copas de vino para aperitivo, ligeramente aflautadas, de un tamaño medio y de pie corto (para un Jerez, por ejemplo).
También es importante el diseño. Las copas con un diseño poco cuidado, pueden acentuar de más los componentes amargos o ácidos de un vino, mientras que otras que tienen un diseño óptimo deben destacar los sabores más frutales de un vino. Estoy segura de que, si comparamos el contenido del aparador de mi casa con cualquiera de los vuestros, ninguna copa coincidirá en diseño.
Es cierto que las formas de las copas de vino varían pero hay algo en lo que todos los expertos están de acuerdo: si el vino es malo, la copa nunca podrá transformarlo en una delicia. Los milagros los dejamos para la Biblia. Chin-chín!
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